El lado oscuro del cartón en Colombia
Las prácticas corporativas de Smurfit Kappa Cartón de Colombia, una de las principales productoras de papel y cartón en el país, han generado en Cajibío alta conflictividad social, riesgos para la soberanía alimentaria y la alteración de algunos recursos naturales.
Por: Alexandra Gómez, Fundación Chasquis. En alianza con Cuestión Pública
Es muy probable que la bolsa del concentrado de su mascota, la caja que contiene el cereal que consume a diario, la bolsa de papel kraft que le entregaron al comprar una prenda, la caja del detergente, de la crema de dientes, de la pizza o la que usó para el último trasteo haya sido fabricada por la Smurfit Kappa Cartón de Colombia (SKCC).
A treinta minutos de Popayán, en el departamento del Cauca, se encuentra Cajibío, la población en la que se ven las planicies donde crecen miles de árboles de pino y eucaliptos de esta empresa. Allí habita población Nasa, Misak, afrodescendiente y campesina. En la vía principal de acceso al municipio es común encontrar camiones con toneladas de troncos que van hacia Yumbo, donde se transformarán en la materia prima para la fabricación de cartón, papel y empaques de cartón.
Para tener una caja se requiere de pulpa de celulosa que se obtiene de los árboles. Para el caso de la Smurfit, la pulpa se extrae de sus plantaciones forestales comerciales. Estas son certificadas por el Consejo de Administración Forestal (FSC) en manejo forestal responsable, organización internacional con sede en Alemania que verifica la correcta explotación de bosques, procesos de transformación y suministro.
“Para las Smurfit más que el valor de las tierras que tienen, es la madera que sacan de allí”, explicó un trabajador de la planta de procesamiento de la empresa en Yumbo, integrante del Sindicato Nacional de Trabajadores Cartón Colombia (Sintracarcol).
Camiones con trozas de madera saliendo de Cajibio, tienen alrededor de 50 a 60 cm de diámetro.
Foto: Juan Peña
La SKCC hace parte del grupo empresarial Smurfit Kappa Group PLC, multinacional irlandesa con presencia en 23 países de Europa y 13 en las Américas. Tiene el control del 99% de las acciones de Cartón de Colombia. Esta, a su vez, tiene dos empresas subordinadas que son: Reforestadora Andina S.A y Bosques Nacionales BOSNAL S.A.
El grupo Smurfit Kappa en Colombia ha comprado empresas satélites o filiales, como Colombates, Papelsa, Packing, Odempa, Corrumed. “Oficialmente Cartón de Colombia no aparecen como dueños, pero los productos que sacan salen con el sello Smurfit y con las certificaciones que ellos manejan”, aseguró el integrante de Sintracarcol.
La evidencia de la anterior afirmación es que por ejemplo, Guillermo Gómez Canales registra como representante legal de SKCC y de su subordinada Bosnal S.A. A su vez, en el acta de la filial Papelsa, registrada ante la Cámara de Comercio de Medellín, aparece como el tercer suplente del gerente. Ante la Cámara de Comercio de Palmira, donde está registrada la filial Colombates, Canales es el segundo suplente del gerente en esta empresa.
Al rastrear las relaciones corporativas de los miembros de la junta directiva actual de la SKCC, de sus empresas subordinadas y administrativos, se puede identificar que sus integrantes han estado vinculados a juntas directivas de grupos empresariales, entidades bancarias, empresas constructoras, compañías de ahorro y crédito hipotecario. Algunos han tenido cargos públicos.
Esto puede mostrar influencia corporativa y gubernamental para el desarrollo de sus actividades comerciales. En este caso, un integrante de Sintracarcol, señaló que “los procesos que hemos impulsado en los últimos diez años ante el Ministerio de Trabajo, para exigir derechos de los trabajadores se suelen caer muy rápido y no prosperan por las relaciones que tienen Smurfit con funcionarios públicos”.
El desierto verde y el secreto comercial
A las plantaciones comerciales de eucaliptos y pinos “se les llama desiertos verdes, porque se observan verdes comparados con un bosque, pero es como si fuera un desierto; en una fila de eucaliptos homogéneos no hay un índice de biodiversidad alto, no se encuentran relaciones ecológicas, ni simbióticas entre animales y plantas”, afirmó Diego Cardona, coordinador del área de Selvas y Biodiversidad de Censat-Agua Viva.
Plantaciones de pino en la vereda La Unión.En las plantaciones se evidenciaría un exceso de sombra que no permite el desarrollo de vegetación que crezca debajo de los árboles, esto genera erosión del suelo y deterioro de la calidad del agua.
Foto: Juan Peña
Según la Alcaldía de Cajibío, para el avalúo catastral que le reporta el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, la SKCC tiene registrado en el municipio tres predios que ocupan 85 hectáreas. Su empresa subordinada Reforestadora Andina aparece con 2.641 hectáreas, que sería equivalente a tener 27.260.000 metros cuadrados, más de la extensión de la isla de San Andrés. Sin embargo, la empresa reporta ante la FSC, en su informe de certificación forestal, que tiene 2.847 hectáreas en Cajibío. Es decir 121 hectáreas más de las que registra el municipio.
La primera imagen corresponde a la respuesta del municipio de Cajibío. La segunda imagen es tomada del informe de certificación forestal de la FSC.
El 76% de los predios en Cajibío no alcanzan la Unidad Agraria familiar (la extensión mínima de tierra que debiera tener una familia para garantizar su sostenibilidad), la cual está contemplada en 6 hectáreas. Lo que muestra una concentración sobre la propiedad de la tierra en el municipio. Así lo señala una investigación realizada por Wilmer Quintero y Óscar Lizcano de la Universidad del Cauca, sobre soberanía alimentaria y el agronegocio forestal en Cajibío.
Al indagar sobre el número de hectáreas que tiene la SKCC en el municipio, el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), entidad encargada del registro de las plantaciones forestales con fines comerciales en Colombia, denegó la información. Consideró que se trataba de “información de reserva”, por lo cual la petición fue elevada al Tribunal Administrativo del Cauca. Este amparó la posición del ICA bajo el concepto de “(…)garantizar los derechos a la privacidad e intimidad, así como el secreto comercial e industrial (…)”, expresaron los magistrados en su concepto jurídico.
Vista satelital con Google Earth del corregimiento La Venta,
las áreas concéntricas en verde oscuro corresponden a las plantaciones forestales comerciales de la SKCC. Esta es la vista sólo de un corregimiento, de seis donde tienen plantaciones.
Monocultivos que agotan recursos naturales
La investigación realizada por Quintero y Lizcano indica que las plantaciones forestales comerciales cambian la composición del suelo. Las hojas de pino se descomponen de manera muy lenta, cuando se acumulan impiden el paso de la luz solar y la escorrentía superficial del agua, alterando la materia orgánica necesaria para sembrar, a su vez generando erosión.
Panorámica de plantaciones forestales en la vereda La Unión. En estas plantaciones se utilizan pesticidas que alteran la composición del suelo, entre ellos el glifosato para evitar que crezcan otras plantas y compitan por nutrientes con los eucaliptos y pinos.
Foto: Juan Peña
Las plantaciones de la SKCC en Cajibío están ubicadas en los corregimientos La Venta, El Carmelo, La Unión, el Túnel, La Capilla y Chaux. “Cartón de Colombia está ubicado en las mejores tierras de la región”, sostuvo un indígena Nasa, son tierras que están cerca de la carretera y tienen rápida conexión con la vía Panamericana, principal vía del Cauca. Esta conecta con Cali y Yumbo donde se encuentra la planta de procesamiento de la empresa.
Los investigadores de la Universidad del Cauca describen que, “hay un cambio de mentalidad del campesino referente al cultivo de la tierra, pues la absorción de mano de obra por parte de la empresa por más de 30 años ha producido en estas veredas reducción en la producción de alimentos, por la expansión de la plantación forestal”.
“En una plantación de pino se puede estar (cosechando) obteniendo en promedio en 15 años una sola cosecha de árboles. En un suelo con vocación agrícola como lo es el de Cajibío, podría en ese mismo tiempo sacarse por lo menos 30 cosechas de (cultivos transitorios): hortalizas, legumbres, frijol, tomate entre otros… ¡Imagine la cantidad de comida, de empleo, la dinamización de la economía que se podría generar!”, advirtió Alfredo Londoño, docente de agroecología de la Universidad del Cauca.
“Se ve que la empresa vuelve más pobre a la gente y ellos se hacen más ricos” afirmó un indígena Misak. Las condiciones de suelo, clima y agua que tiene una plantación de pino y eucalipto generan que en Colombia los árboles crezcan más rápido. “En países europeos o norteamericanos pueden tardar entre 28 años en ser árboles adultos, en Colombia puede disminuir el tiempo casi a la mitad”, señalaron los investigadores de la Universidad del Cauca.
En Cajibío la mayoría de la población rural obtiene agua de aljibes que tienen de 15 a 20 metros de profundidad. “Cuando estamos en invierno es una dicha, pero cuando hay verano nos toca como en la ciudad, el agua a la medida (…). Hay discordias por el agua entre vecinos”, expresó un indígena Nasa.
Aljibe de una vivienda en la vereda La Capilla. Según datos del informe de la certificación forestal de la SKCC. “El municipio de Cajibío está dividido en 13 corregimientos con un total de 126 veredas, de las cuales 32,8% cuentan con servicio de acueducto y tan sólo 7,5% cuentan con el servicio de alcantarillado."
Foto: Juan Peña
La legislación ambiental establece que, como áreas de conservación, se deben dejar 100 metros alrededor de los nacimientos de agua y una franja de hasta 30 metros a cada lado de las fuentes hídricas. “Uno va a muchos lugares de la cordillera central y occidental y ve que las plantaciones están hasta el borde del agua en los nacimientos y en las quebradas. Por ejemplo en el caso de Sevilla, Valle del Cauca, la gente cuenta cómo desaparecieron las fuentes. Sí, la gente ha observado históricamente lo que tenían y lo que han perdido cuando llegan las plantaciones. Son datos a los que habría que darles credibilidad”, explicó Cardona, del Censat-Agua Viva.
En Cajibío “hemos visto con el tiempo cómo se ha disminuido las afluentes del rio Carrizal, río Negro, el bebedero de las yeguas”, aseguró un hombre Nasa. La Corporación Autónoma Regional del Cauca (CRC) reconoció que “la empresa tiene diferentes longitudes con respecto a la distancia de las plantaciones a corrientes de agua, las cuales pueden estar entre 5, 10, 15 y 20 metros, en los últimos diez años, la empresa se ha preocupado por ampliar esta distancia”. Pese a ello la CRC refiere que “no ha habido ningún proceso sancionatorio a la empresa”.
Las plantaciones forestales comerciales son altamente demandantes de agua para garantizar una tasa óptima de crecimiento. “Un eucalipto tiene un sistema radicular (raíces) que llega a profundidades que otros árboles nativos no tienen, eso hace que tenga una capacidad de absorción de agua mucho mayor”, explicó Cardona.
En estudios realizados en plantaciones de pino en Kenya han evidenciado reducciones considerables en la disponibilidad del agua después de 30 años de las plantaciones. En Sudáfrica han visto reducciones en la disponibilidad del agua después de un periodo de 4 a 12 años de hacer la plantación.
En un documento sobre mitos y realidades sobre el origen y la fabricación del papel, la SKCC defiende que sus plantaciones no consumen agua en exceso. Sin embargo, estudios forestales como de la FAO mencionan que la discusión no está en la cantidad sino en la calidad del agua, dado que los árboles liberan resinas, entre ellas la trementina y colofonia que producen una compactación del suelo, afectando la retención de agua.
Rosana Calambas, Secretaria de Desarrollo Agropecuario, Ambiental y Económico de Cajibío, señaló que “el municipio no cuenta con un instrumento técnico de ordenanza de agua en el municipio, ni un modelo hidrológico e hidrogeológico, ni un mapa actualizado que identifique las fuentes de aguas superficiales y subterráneas (…) que obedece a la desactualización del Plan Básico de Ordenamiento Territorial”.
Al traslapar el mapa hídrico de Cajibío que tiene como referente actual el municipio con el lugar de las plantaciones forestales de la SKCC, se evidencia la presencia de diversos cuerpos de agua superficial y subterránea. Andrés Ángel, geólogo, advirtió que, “ no se puede prever el daño que se va a causar, sin saber cómo funciona algo, algunas empresas suelen generar impactos y después usan el argumento de la ausencia de una línea base que permita determinar las afectaciones, como una estrategia para evadir sus responsabilidades respecto a los pasivos ambientales que causan”.
Fuente: Observatorio de Conflictos Ambientales, Instituto de Estudios Ambientales. Universidad Nacional de Colombia.
(En verde, representación de plantaciones forestales)
En defensa de la comida y la propiedad privada
Desde julio de 2021 los pueblos Misak, Nasa y un sector de las organizaciones campesinas establecieron el mandato de recuperar la tierra para sembrar comida. Se reconocen como “liberadores de la madre tierra, por un territorio de vida interétnico e intercultural”. En la recuperación participan niños, mujeres y hombres sin distinción de edad talando árboles de pino y eucalipto.
Dcha: tierras recuperadas por los pueblos Misak y Nasa; izqda: plantaciones de pino. Según estudios de la Universidad del Cauca, refiere que en una finca tradicional campesina en Cajibío se pueden producir 12 toneladas de alimentos anuales potencialmente.
Foto: Juan Peña
En septiembre de 2021 la empresa mediante un comunicado reportó en medios de comunicación nacionales “la afectación de 43 hectáreas de árboles de pino y eucalipto y la destrucción de una plantación que alojaba dos estudios de investigación”.
“La lucha que inició no ha sido fácil. Al cortar los árboles, nos trajeron el Ejército. La empresa tiene cámaras y personas vigilando la entrada de Cajibío, contrataron por debajo de cuerda a los campesinos para cuidar a punta de machete las plantaciones (…) el que se meta a cortar árboles ellos responden con machete (…) La empresa puso a los campesinos en contra de los indígenas”, afirmó un indígena Nasa. Esta versión en parte coincide con denuncias que se han publicado en redes sociales.
Del 28 de julio al 8 de agosto de 2021, el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) intervino en las veredas San José y La Laguna en Cajibío. Lo hizo a petición de Nicolás Pombo, gerente de la división forestal de la SKCC. La solicitud fue amparada como una “acción preventiva por perturbación (…) encaminada a la protección del derecho a la propiedad privada”, manifiesta la orden de servicios que autoriza el coronel Jesús Quintero, comandante de la Policía del Cauca.
El 2 de agosto de 2021, debido a los enfrentamientos entre el ESMAD y los recuperadores, murió Huber Camayo, un joven que transitaba por la zona de intervención. Pobladores aseguran que la policía le habría disparado a 60 metros de distancia. Como acción de protesta ese día, “la gente se fue a quemar la Alcaldía, pensando que el alcalde había dado la orden para que entrará el Esmad, cuando en realidad fue una solicitud de la empresa a la Policía, pasando por encima de las autoridades locales”, dice un funcionario público de la Alcaldía de Cajibío que pidió mantener su nombre bajo reserva.
Las organizaciones campesinas que participan del proceso de recuperación también denunciaron, mediante un comunicado público, la irregular intervención del Ejército en Cajibío. Entre los hechos se señaló que la empresa Efagram SAS, la cual actúa como empresa contratista de SKCC para las operaciones de siembra y cosecha en las plantaciones de Cajibío, “estaba prestando uniformes a los militares para hacerse pasar como trabajadores de la empresa para acercarse y luego disparar”.
Dada la presencia del Ejército en el territorio, las prácticas de vigilancia que aseguran pobladores de Cajibío que tiene la SKCC, para este reportaje ninguna de las fuentes locales consultadas permitió mencionar su nombre.
Han ocurrido situaciones donde las familias hicieron el aprovechamiento de los árboles que han crecido en sus predios “y la empresa nos señala que los estamos robando, inspeccionan nuestras casas con drones y llegan a requisar con el Ejército, es como si la Fuerza Pública trabajará para ellos”, aseguró una activista campesina de Cajibío. Algo que también se ha denunciado en redes sociales por la Red por la Vida y los Derechos Humanos del Cauca.
“Recuperar la tierra es recuperar la memoria”, mandata un joven Nasa. En el sistema de la sociedad colonial, las tierras más fértiles estaban en propiedad de terratenientes que con el tiempo dieron lugar a los ingenios y la concentración de la tierra en pocas familias a través de prácticas violentas en contra de los indígenas. Con la fundación del Consejo Regional Indigena del Cauca en 1971, establecen los pueblos indígenas que lo conformaron, recuperar estas tierras para sembrar, recobrar títulos coloniales de los cuales fueron despojados y garantizar los espacio de vida para las comunidades.
Imagen panorámica tomada con dron, dcha: plantación de pino; izqda: plantaciones recuperadas por los pueblos Nasa y Misak.
Foto: Juan Peña
Tras las recuperaciones del 2021, la empresa comenzó a extraer los árboles adultos en el primer semestre de 2022. “La empresa tiene las máquinas que cortan más rápido que un aserrador, pero en Cajibío volvieron a contratar a los aserradores que les pagan por tonelada cortada y a campesinos con caballos para sacar la madera que está lejos de la carretera (…)pero a esos animales los sobre exigen y usted los ve en el lomo todos peladitos”, contó un abuelo Nasa, quien además cree que es una estrategia de la empresa para tener a los campesinos de su lado.
Los campesinos que transportan la madera desde el lugar de corte hasta la orilla de la carretera para ser trasladados hasta la fábrica de procesamiento reciben el nombre de “paleteros”.
Foto: Juan Peña
En el último semestre de 2022 la empresa volvió a contratar campesinos para sembrar nuevos árboles donde se realizaron las talas; un joven campesino, estudiante de ingeniería forestal, defiende que “las plantaciones forestales son necesarias para no terminar los bosques primarios para hacer papel y cartón”.
Se buscó comunicación con la Smurfit Kappa Cartón de Colombia para conocer su versión respecto al número de hectáreas que tienen en Cajibío. También frenta a los señalamientos que hizo los actores la comunidad sobre la empresa al momento de las recuperaciones. Al cierre de esta publicación no se ha recibido ninguna respuesta.
“Si usted tiene hambre no se puede comer una hoja de papel o un pedazo de cartón. Nuestra lucha está para garantizar la comida y el agua de nosotros y las próximas generaciones (…) sin comida no hay vida”, afirmó un indígena Nasa. Mientras la empresa siembra, los “liberadores de la madre tierra” insisten en arrancar las plántulas de pino y eucalipto.
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