“Ellos tienen armas de fuego, nosotros tenemos fuego en el alma, en el calor de las palabras y en la olla”, dice con vehemencia Tatiana Fernández del espacio humanitario “al calor de la olla” en el Portal de la Resistencia en Bogotá, antes Portal Américas.
Las ollas comunitarias han sido a lo largo del país una de las protagonistas silenciosas del Paro Nacional; en muchos lugares son el corazón de la resistencia pacífica. “Siempre me he identificado con una olla grande”, cuenta Nancy Castillo, bajo el puente de La luna, uno de los espacios de concentración permanentes durante el Paro en Cali. Es caleña con raíces en el Pacífico, tiene el “don de la cocina”, pertenece al Movimiento de Mujeres Sin Miedo y al Comité Ubunto Afro de la Comuna 10 de Cali.
En la olla comunitaria varios ponen y muchos comen, donde no hay invitados y todos son bienvenidos. Sin este espíritu solidario no hay Paro que aguante, como bien lo dice Nancy, “la primera línea realmente es la comunidad”, evidentemente la gente puede vivir sin la primera línea, pero esta no puede vivir sin el apoyo de la gente.
Nancy le ha puesto su sazón a las ollas de la Loma de la Dignidad, La Luna, “en el Paso del Comercio se me salieron las lágrimas mirando a los jóvenes que están allí y uno de ellos me abrazó y me dijo: —Esto lo hago por un mejor futuro para todos—”. “Es la certeza de saber que aún todavía ¡no estamos en la olla!”.
Explora las cinco memorias, una a una te llevaran por historias o datos de una orilla poco contada tras un mes del Paro Nacional.