Cumpliendo con la palabra empeñada
Coomepa, una cooperativa que cosecha paz en Arauca
En una foto aparece Orlando con Yadela, una palomita que logró transgredir los límites de una cárcel de máxima seguridad y lo acompañó por un año contando los días que se vuelven costumbre, más cuando se tiene una condena que terminaría al llegar la vejez. Era un prisionero político de las Farc-Ep con varias condenas y procesos penales abiertos, para su familia se había convertido en un fantasma.
El Acuerdo de Paz y la Ley de Amnistía, le permitió a Orlando romper con la sentencia del encierro y salir a recomponer la vida, a reencontrarse después de diez años con su hija que dejó cuando era una niña, —Yo caí cuando mi hijita estaba chiquitica, tenía un año. Es algo que no se supera, saber que se pierde los mejores años de los hijos…—, asegura Orlando. Ahora su hija lo acompaña de sol a sol como un pacto por el tiempo ausente.

Orlando es el representante legal de la Cooperativa Multiactiva Esperanza del Pueblo Araucano (COOMEPA), conformada por 31 asociados y sus familias, reúne el capital base de ocho millones de pesos por cada firmante de la paz, según lo estableció el Acuerdo de Paz para la implementación de un proyecto productivo en la etapa de reincorporación.
La mayoría de los asociados pertenecían al mismo bloque de las Farc que hacía presencia en Arauca y muchos de ellos se reencontraron en la cárcel; tras el Acuerdo de Paz se agruparon para poner sus manos en la tierra, su fuerza en las atarrayas y la dedicación en la cría de gallinas ponedoras.


Orlando comienza el día antes de que el sol abra sus rayos por la cordillera oriental, se toma un café en la plaza del pueblo y arranca hacia la finca el Diamante, ubicada en la vereda San Juan de Reinera, municipio de Arauquita a dos horas de Arauca. Allí COOMEPA tiene arrendadas 20 hectáreas y han plantado 20.000 plantas de plátano hartón. —Cuando llegamos el rastrojo inicial era demasiado grande, nos costó mucho quitarlo, se nos fueron varios jornales—, cuenta José Camargo, encargado del personal de la Cooperativa.
José, durante 14 años no pudo ver a su mamá, cinco de sus hermanos se vincularon a la guerrilla, tres murieron en combate. Ahora recupera el tiempo perdido con su familia a causa del conflicto armado y junto a su hermana, firmante de la paz y sobreviviente de la guerra la acompañan contemplando el paso de las garzas y la cría de gallos.
Por la historia ganadera de Arauca, los asociados de COOMEPA habían puesto su interés en un proyecto ganadero, para lo cual se necesitan grandes extensiones de tierra, al no tenerla, se decidieron por el plátano, dadas las condiciones favorables que ofrece este territorio para lograrlo. —La mayor dificultad de la implementación del proyecto ha sido el acceso a la tierra, sin tierra no hay reincorporación completa—, enfatiza Orlando.
Desde la siembra del plátano hasta que dé frutos, el proceso tarda un año, esto implica para los asociados trabajar en otras labores alternas mientras llegan las ganancias. Ya lograron la primera cosecha y dependen actualmente de los comisionistas de plátano para su comercialización, —ellos pasan finca por finca comprando los racimos, pagan, cargan y se lo llevan, uno no sabe para dónde va. Llevar la cosecha directamente para Bogotá es asumir el riesgo de perder—, cuenta Orlando de la dependencia en la cadena de comercialización; buscan actualmente llegar a acuerdos comerciales con centrales de abastos para disminuir los intermediarios y mejorar el valor de compra.


Treinta años atrás, Orlando fue cultivador de plátano, — se hacía muy rudimentario, no había que echarle nada a la tierra y no existía tanta enfermedad—, rememora. Tras un año en la finca han aprendido un proceso tecnificado de la plantación, la pandemia encareció los insumos y limitó la movilidad de los asesores técnicos, lo que retrasó la siembra de las plantas proyectadas para este año.

Otro de los proyectos productivos de la Cooperativa es la cría de peces, ubicado en la finca La Morada, en la vereda Alto de la Colorada, jurisdicción rural de Saravena, a un kilómetro del municipio de Fortul (Arauca). —Criar pescado no es sólo tirarlo al agua, hay muchas tareas para garantizar que crezcan—, explica Orlando.
Martin Herrera es quien cuida la alimentación, la oxigenación y el crecimiento de 25.000 peces, entre cachamas, mojarras y bocachicos. Lo apodan “Oscar D’ León” por su parecido con el salsero venezolano, es un hombre cálido, moreno y fuerte. Martín cuenta que los peces crecen en aguas que bajan de la cordillera oriental, por la vertiente de un arroyo que nunca se seca y tiene un recambio de aguas naturalmente, lo que garantiza un mejor crecimiento y sabor del pescado.


Martín sueña con —tener una finquita para nosotros trabajar, porque el arriendo sale muy costoso—. El terreno donde se ejecuta el proyecto piscícola es arrendado, aspiran conseguir una finca propia para labrar la tierra y mejorar sus condiciones de vida.
El sueño de la tierra, es un anhelo compartido con Eneida Asprilla, asociada de COOMEPA, integrante del grupo de mujeres que lidera el proyecto avícola. Iniciaron con 200 gallinas ponedoras, llevan el registro diario de los huevos que ponen las gallinas en un cuaderno, registran su crecimiento y se distribuyen las labores para garantizar la alimentación de las gallinas las 24 horas. El objetivo es lograr una granja circular que cuente con zonas de pastoreo, invernaderos y huertas.
Al margen sur del río Arauca en las fincas: El Diamante y la Morada sigue germinando la esperanza, avivando la memoria campesina de quienes eran niños o jóvenes y abandonaron sus terruños, conocieron otros campos en medio de las balas y la inequidad rural. Ellos y ellas juntan su trabajo y esfuerzos en COOMEPA, siembran plátano, crían gallinas y peces, que son acciones cotidianas para la construcción de la paz.
Orlando piensa:
—Que los hombres valemos por lo que decimos, y como hombres de palabra que somos, tenemos la palabra empeñada en la paz—.
El PNUD en Colombia acompaña el proceso de reincorporación socioeconómica de los excombatientes comprometidos con la paz. Gracias al apoyo de la Embajada de Noruega, las historias de vida de las personas en proceso de reincorporación que impulsan el desarrollo rural en Colombia a través de proyectos productivos, son contadas.
Por: Fundación Chasquis.
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